Astronautas de la Estación Espacial Internacional (ISS) están cultivando rábanos por primera vez en un experimento de cara a la futura colonización de otros planetas.

Aunque se ven muy frescos y hasta tentadores, estos rabanitos no saben de amaneceres, sol, lluvia ni nada que tenga que ver con nuestro entorno en la tierra. Tienen una historia muy especial, ya que nacieron y sobrevivieron nada menos que en el espacio. De hecho, son la primera cosecha de rabanitos que prosperó en la Estación Espacial Satelital (ISS, por sus siglas en inglés), el mayor «satélite» artificial jamás construido. La ISS también es el laboratorio a más altura creado por el hombre. No todos saben que en esta estación espacial residen humanos como cualquiera de nosotros, en la práctica son «extraterrestres»: viven a más de 400 kilómetros de la superficie del planeta, sin gravedad, ni aire, ni ciclos fijos de tiempos. Incluso sobrevuelan nuestro país unas 16 veces por día, esto es una órbita a la Tierra cada 90 min. Demasiados amaneceres para estos rabanitos del espacio.

El experimento se denomina APH (Advanced Plant Habitat). Consiste en una cámara en el interior de la ISS y se utiliza para la investigación del crecimiento de las plantas en el espacio. En las cabinas de esta nave espacial, los astronautas tienen luz artificial y provisión de oxígeno para respirar normalmente, lo que no hay es gravedad. Por esta razón, los objetos y las personas no caen al suelo, es más, en la ISS no hay “arriba” o “abajo” y según como se mire observan la Tierra por la ventanilla bajo sus pies, o encima de ellos. La falta de gravedad tiene como efecto en los humanos la disminución de masa ósea y muscular, debido a las bajas demandas físicas que implica la falta de peso en su cuerpo y los objetos que manipulan. Es por esto que tiene asignadas rutinas diarias de ejercicios físicos para mermar los efectos de la ingravidez sobre sí mismos.

La astronauta Kate Rubins recogió la primera cosecha el 30 de noviembre
La astronauta Kate Rubins recogió la primera cosecha el 30 de noviembre / foto de la NASA

En lo que refiere al crecimiento de las plantas en el espacio, parte de lo que se investiga tiene que ver con la relación entre la falta de gravedad y el contenido de lignina que estas tienen. Las ligninas en las plantas tienen funciones que podríamos comparar con la de los huesos en los humanos. Dan estructura y rigidez a las plantas para mantenerse erguidos contra la gravedad.

Como se sabe, las plantas que crecen bajo estreses mecánicos, es decir, agitadas constantemente por el viento, la lluvia, etc., son más robustas y mucho más resistentes a las plagas que las plantas que crecen sin estrés, como las protegidas en invernaderos. Las plantas que crecen en el espacio son aún menos robustas por la ausencia de gravedad, y por lo tanto serían más vulnerables.

Las plantas empleadas en el experimento APH producen menos cantidad de ligninas por que no las necesitan. Los investigadores tratan de saber si aun así pueden sobrevivir y desarrollarse normalmente en el espacio. Otro desafío importante es que las plantas se puedan valer de otros factores ambientales para orientar y guiar el crecimiento, han demostrado que la luz es un aliado en esto. Un banco de luces LED sobre las plantas produce un espectro de luz adecuado para el crecimiento de las plantas.

La cámara APH es un recinto cerrado y en sus dimensiones se asemeja a un horno de cocina como los nuestros. Está automatizado con más de 180 sensores que están en contacto constante con un equipo en tierra en la base Kennedy de la NASA, la agencia espacial estadounidense. Esto suprime casi totalmente la necesidad de cuidados diarios por parte de la tripulación de la nave espacial. Su recuperación y distribución de agua, el contenido de la atmósfera, los niveles de humedad, la temperatura e iluminación están todos automatizados.

Rabanitos creciendo en la cámara APH
La planta no requirió prácticamente ningún cuidado por parte de la tripulación / foto de la NASA

Los primeros experimentos del programa APH se realizaron en 2018. Sus protagonistas fueron el trigo enano y una especie que se llama Arabidopsis, una pequeña planta con flores, pariente del repollo, que los científicos a menudo estudian en espacios con baja gravedad. En la internet se pueden ver videos de tipo “time-laps” que muestran el desarrollo de estas plantas.

La principal diferencia de este cultivo de rabanitos frente a los experimentos anteriores, es que antes usaban material de arcilla porosa precargado con un fertilizante de liberación lenta. Ahora los minerales se aportan en cantidades definidas con precisión. Esto permite una mejor comparación de los nutrientes proporcionados y absorbidos por las plantas. 

La doctora «Kate» Rubins es licenciada en Biología Molecular de la Universidad de California y además es astronauta de la NASA. Forma parte de la tripulación 63º de la Estación Espacial Internacional desde el 14 de octubre último, el mismo día en que la bióloga estaba de cumpleaños.

Este 30 de noviembre la astronauta Rubins cosechó las 20 primeras plantas de rabanitos cultivados a bordo de la Estación Espacial Internacional. Ella los recolectó y los colocó a cada uno en papel de aluminio para luego ser almacenados en frío. Las plantas viajaran para ser analizadas en la tierra en la 22a misión de servicios de reabastecimiento. Esta misión, programada para el 2021, estará a cargo de la compañía de viajes espaciales SpaceX, propiedad del magnate Elon Musk. Las misiones de reabastecimiento son periódicas, no transportan personas sino víveres y elementos útiles para los astronautas de la ISS.

La NASA ya ha indicó que estos rabanitos espaciales no serán los únicos, pues se plantará y cosechará una segunda ronda de este vegetal que también se enviará a Tierra en la misma misión, para compararlos con un tercer conjunto de «rábanos de control», pero cultivados en tierra firme. Así que esta vez no se los comerán en la ISS.

En otros viajes al espacio, la astronauta Rubins ya ha participado al menos en 275 experimentos científicos diferentes, incluida la investigación en biología molecular y celular, fisiología humana, física de fluidos y combustión, ciencia espacial y terrestre y desarrollo tecnológico.

El motivo por el que la NASA eligió rabanitos es porque, además de ser comestibles y nutritivos, tienen una formación de bulbos sensibles que permite el análisis de los efectos del CO2, y la adquisición y distribución de minerales con mayor facilidad. Pero la razón principal es que son de rápido crecimiento y cosecha; La vieja frase de nuestros abuelos “Me importa un rábano” deriva de esto, además de su bajo costo. Los rabanitos en condiciones adecuadas, pueden ser cosechados en 27 días requiriendo mínimos cuidados.

“Los rábanos son un tipo de cultivo diferente en comparación con las verduras de hoja que los astronautas cultivaban anteriormente en la estación espacial, o el trigo enano que fue el primer cultivo cultivado en la APH”, dijo Nicole Dufour, gerente del programa APH de la NASA en el Centro Espacial Kennedy. «Cultivar una variedad de cultivos nos ayuda a determinar qué plantas prosperan en microgravedad y ofrecen la mejor variedad y el mejor equilibrio nutricional para los astronautas en misiones de larga duración».

Con planes para explorar la Luna y también el planeta Marte, la NASA sabe que los astronautas necesitarán cultivar sus propios alimentos para apoyar misiones de larga duración lejos de casa. Como parte del programa Artemis, la NASA planea establecer una exploración sostenible en la Luna y sus alrededores para fines de la década.

Claramente es un paso importante en el camino hacia el futuro donde la producción de cultivos espaciales será a gran escala. Cada nuevo cultivo que se pueda lograr significará un nuevo aporte a lo que conocemos sobre ellos.

Alimentar a los astronautas es una de las ventajas de tener un huerto en el espacio por su aporte nutricional. Sin embargo, otra ventaja aun tan importante como la primera son las psicológicas, en especial durante las largas estadías en el espacio. El cultivo de hortalizas serviría como pasatiempo creativo para los astronautas y además les permitiría probar alimentos frescos de vez en cuando.

Credito: Nasa